Las Cataratas de Iguazú eran increíbles y espectaculares; era una vista asombrosa que no sé como describir con palabras. La naturaleza, en serio, es el lugar más linda del mundo. En comparación con la ciudad de Buenos Aires hay muchísimas diferencias. Puerto Iguazú parece como un pueblo enfocado en la naturaleza porque no hay un gran centro como en Buenos Aires, pero todo proviene de las cataratas. Además, hay una población indígena que se llaman Guaraní, pero como muchos indígenas por todo el mundo, perdió su tierra a hoteles y otras cosas que enfatizan las cataratas para ganar dinero. Es una lastima que la gente que sean la más cerca de la naturaleza no puede experimentar y disfrutar su propio hogar. La gente de Puerto Iguazú me pareció más indígena que los blancos y rubios que encontré en Buenos Aires; al mismo lado, es una ciudad moderna con vínculos fuertes a Europa, mientras Misiones tiene una gran conexión con la tierra y la historia verdadera de Argentina. También, había un gran fijación con mate allí; cuando se entra al parque, hay un lugar para volver a llenar su mate pero no hay ningún fuente de agua para los visitantes.
Para Argentina, las cataratas son un símbolo de la naturaleza y sus origines; desde la conquista del Nuevo Mundo las existían. Por otro parte, las cataratas, simplemente, son tan grandes y extraordinarias. Aunque son grandísimas, es en lugar para volver a la naturaleza que se olvida cuando vive adentro de una ciudad. A los visitantes, es genial ver el poder y la fuerza del agua; no se puede encontrar algo como estas en cualquier lugar, por eso las cataratas tienen muchísima importancia. Estas cataratas destruyen las de Niagara, porque en Iguazú hay más o menos 275 cataratas distintas; por eso, hay muchos miradores que cada uno tiene una vista diferente. Fue muy interesante que se necesita tomar un tren y caminar por los paseos para ver todo. Es un lugar tan grande y en total caminé mucho pero, obviamente, valió la pena. Todavía no puedo creer la magnitud y grandeza de la naturaleza; aunque vivemos en un mundo moderno, tecnológico y de todo saber, tomamos por sentado la fuerza de la naturaleza y nuestro medioambiente. Para entender realmente, se tiene que escaparse de su vida día a día; además, aunque la naturaleza siempre nos rodea, es crucial parar y alzar los ojos para ver lo que se está perdiendo.