Después de visitar el Museo del libro y de la lengua, me di cuenta de que el lunfardo no es un concepto tan raro. Siempre había sub-idiomas dentro de comunidades hispanas, especialmente en el mundo de la literatura. La incidencia de Cortázar- y Rayuela específicamente- es evidente por todo el museo. Cortázar había creado su propia lengua, el Glíglico, que parece en su novela afamada Rayuela. Pero el contemporáneo colombiano de Cortázar y el padre del BOOM de la novela latinoamericano, Gabriel García Márquez, también se entretenía con la creación de lenguas- o por lo menos palabras. En su novela, discutiblemente su más famosa, aparece la palabra inventada frangollo que significa cosa hecha deprisa y mal. Por ejemplo: El ensayo que entregué ayer fue un frangollo porque regresé muy tarde después del partido de fútbol y sólo tenía dos horas para leer el cuento y analizarlo por no mencionar estaba agotado. Claramente, la literatura puede ser como una entrada de la creación de la lengua.